Respirar 2.0

El 2020 nos demostró que podíamos hacer ejercicio en casa y los profesores se adaptaron rápidamente. Te contamos dos historias de profes que supieron crecer desde la virtualidad.

Si bien luego de un año hemos aprendido a convivir con el coronavirus, es importante seguir mostrando historias de éxito e inspiración que nos animen a seguir adelante. Te contamos los testimonios de Mariana y Miranda, dos mujeres que desde su actividad y con poca inversión lograron crecer en medio del confinamiento.

@Yogamana_

Mariana Scotti es profesora de Ashtanga y Hatha Yoga hace más de 10 años y vive en la Patagonia. Con el advenimiento de la cuarentena se las ideó para poder seguir brindándoles este espacio a sus alumnos que ya venían haciéndolo de manera presencial. En un comienzo lo hizo por Zoom de manera gratis hasta que sus propios alumnos insistieron en pagar sus clases.

Sus prácticas se difundieron rápidamente sumando alumnos de todas partes del país e incluso argentinos que viven en otros países como Estados Unidos. Descubrió que su diferencial frente a tantas clases grabadas era que estas personas preferían, aunque fuera de manera online, sentir que alguien los acompaña en su práctica.

Si bien Mariana sostiene que no cambiaría sus clases presenciales, entendió que las clases virtuales llegaron para quedarse.

@mirandaeme

Miranda es analista de Comercio exterior, que un día cansada de su trabajo corporativo decidió dedicarse a su gran pasión: la danza. En ese camino se especializó en elongación y entrenamiento postural dando numerosas clases.

Con la llegada del coronavirus en 2020 decidió adaptarse rapidamente, recurriendo también a la plataforma Zoom. Para su sorpresa esta adaptación le permitió sumar personas que habían quedado sin su espacio de ejercicio al cerrarse los gimnasios y también, como en el caso de Mariana, tener alumnas de Estados Unidos y Canadá.

Miranda resalta que uno de los grandes aprendizajes que tuvo fue entender que debía modificar la velocidad de las clases, las personas no solo asistían para elongar sino que necesitaban un espacio para separarse de lo que estaba sucediendo.

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